Si llegaste a este artículo, quizás te estés preguntando si estás construyendo relaciones de parejas sanas, buscando conocer cuáles aspectos de tu relación están dentro del margen de aquellas etiquetas, o bien, simple curiosidad. Sea cual sea la razón, creo que parte de esa motivación radica en querer fortalecer tu relación o estar mejor preparado/a para ello.
¿Qué es una relación de pareja?
Existen distintas formas de definirla:
Según Zudmaya (2003), como una “unidad económica y sexual de la cultura humana” (Márquez & Castillo, 2017).
De acuerdo con Díaz-Loving y Sánchez (2004), como “la unión de dos seres humanos que viven ciertos pasos entrelazados en serie a través del tiempo, mismos que a su vez determinan el grado de intimidad y acercamiento que cada miembro percibe del otro” (Márquez & Castillo, 2017).
Y en base a Feinstein, parafraseando a López (2009), como “la unión de dos personas que se aman de forma libre y voluntaria, construyendo en el tiempo una relación caracterizada por una permanencia del vínculo, en el que se suman la vida afectiva y el deseo de compartir el futuro, junto a un proyecto vital que les da sentido y que determina el establecimiento de dependencias cualitativamente diferentes a las que pueden darse en cualquier otro vínculo” (Márquez & Castillo, 2017).
Personalmente, me gustaría señalar que las relaciones de parejas sanas se establecen cuando ambas personas (par) deciden consensuadamente estar juntas, em(par)ejadas, en base a un determinado tipo de atracción (física, sexual, emocional, etc.). Sin embargo, esta no es la única forma de relacionarse con la que nos encontramos, sino también aquellas relaciones que involucran a más de dos personas, la cuales llamaremos sencillamente como poliamorosas
¿Qué significa que sea sana o tóxica?
Las relaciones de parejas sanas, según Bobé y Pérez-Testor (1994; 2006) citado en Davins, Pérez-Testor, Aramburu, & Aznar, (2012) se dan cuando se “mantiene la capacidad de dar y recibir, de poder afrontar los sentimientos de frustración y hostilidad, de soportar las diferencias individuales. Una pareja que vive estas condiciones es aquella en la que hay un intercambio, cooperación, creatividad, resolución de la tensión dialéctica; es decir, con capacidad de reparación, que conducirá al crecimiento y desarrollo de la pareja”. Por ello, para mí, las relaciones de parejas sanas son toda vinculación con un otro en donde te permites ser tú sin privarte ni autocensurarte, en donde el otro aporta e invita a tu crecimiento y maduración personal en todo ámbito de vida, sin que aquello atente a tu integridad y bienestar, y viceversa.
En el contrario, una relación es tóxica cuando no se presentan aquellos elementos (Davins, Pérez-Testor, Aramburu, & Aznar, 2012), en donde existe cualquiera de las formas de maltrato (Davins, Gennari, & Tomanza, 2010), incluyendo a través de redes sociales (Montilla, Gómez, Coronado, & Oliva, 2016), realizando daño deliberado o por omisión en cualquier dimensión de tu integridad como ser humano. En estricto rigor, ha de presentarse algún tipo de violencia (verbal, física, sexual, económica, psicológica, machista, al género, etc.).
Sin embargo, las relaciones de parejas sanas se pueden deteriorar sin que exista nada tóxico. Por ejemplo, por la omisión o reducción de actividades que antes eran motivo de unión.
¿Qué hace que mis relaciones de parejas sean sanas o tóxicas?
Usualmente, según nuestra crianza y desarrollo de la infancia, el tipo de apego, las características de la personalidad, experiencias propias en relaciones y de aquellas que hayamos interiorizado o rechazado (familia, amistades, lecturas, películas, series, etc.), nivel educativo y cultura en la que nos encontremos, por nombrar algunas, modelarán nuestros comportamientos (Papalia & Martorell, 2017), los cuales, podrían o no, hacer que tu relación caiga en aquellas categorías.
Entonces, ¿en qué me debo ocupar para que mi relación sea sana?
Para responder a esta pregunta presentaré una de muchas formas de hacer que tu relación sea sana, por lo tanto, habrá otros aspectos importantes que estarán fuera (como el apego o la comunicación). Por ello, me enfocaré en algo que personalmente considero fundamental dado que se vincula con tu experiencia de vida:
Sistema de valores
Principios
Sistema de creencias
¿Y eso por qué?
Todo aquello es parte de la cultura, y, los vínculos se organizan a partir de construcciones culturales, de las cuales, desde el nacimiento, impregnan toda relación (Alencar-Rodrigues & Cantera, 2012), que se traducen en comportamientos que tendremos hacia el otro. Esto, a su vez, tendrá un impacto en la percepción de distintos fenómenos tales como la violencia de género (Pérez, Fiol, Palmer, Espinoza, & Guzmán, 2006), en la reproducción de estereotipos de género y tolerar o minimizar situaciones de abuso o violencia (Martín, Sánchez, & González, 2006) por dar algunos ejemplos.
Si no tienes bien resuelto esto, probablemente tu relación se vea complejizada al llevarte a comportamientos conflictivos. Sin embargo, no es un impedimento para iniciar una relación, dado que este crecimiento y aprendizaje, en gran medida, surge en las mismas relaciones. Tal como señala en Eric Fromm en El arte de Amar: “el proceso de aprender un arte “como el amar” puede dividirse convenientemente en dos partes: una, el dominio de la teoría; la otra, el dominio de la práctica” (Fromm, 1956).
Sentir lo que el otro siente
Nilda Chiaraviglio, psicoterapeuta especialista en terapia de pareja y autora del libro Pareja en Construcción, indica en una entrevista que entendemos racionalmente, y que, al entender, es más fácil comprender (desde la empatía) al otro desde su propio sistema de creencias. Esto, permite sentir lo que el otro siente al saber desde dónde piensa, siente, construye e interpreta aquello que le sucede.
A esto le llama un proceso digestivo, dado que es ahí en donde se acepta lo nutritivo y se desecha lo que no lo es. Aceptar, por ejemplo, que el otro es un ser diferente en todas las dimensiones y que no se comportará como pensamos que lo hará, lo cual habrá que respetar. Sin embargo, esto no implica necesariamente que se acordará o compartirá la visión del otro, solo que la diferencia es válida, y que, si hacemos este proceso de entender, comprender, aceptar y respetar con nosotros mismos y con el otro, podemos tratar aquellas diferencias en donde el conflicto no llega (Chiaraviglio, 2014).
Entonces, ¿Qué era esto de los principios, valores y creencias?
Cuando hablo de un sistema de valores, me refiero a todo aquello que tú identificas como importante o “valorable”. Por ejemplo: la responsabilidad, la honestidad, el respeto, la confianza, la lealtad, la libertad, tolerancia, la comunicación, el perdón, etc.
En relación a los principios (similar a los valores), aludo a tu ética y moral respecto de lo considerado “bueno” y “malo”. Por ejemplo: La infidelidad, los celos, la violencia, el machismo, etc.
Finalmente, en torno a tus creencias, ocupa aquello que piensas que es respecto de las siguientes situaciones: La relación de pareja, la relación poliamorosa, el amor romántico, expectativas en torno al comportamiento de la pareja, cómo debe ser un hombre, mujer u otro, etc. Acá se despliegan las creencias irracionales, como que el amor dura para siempre, que todo lo puede, que lo solucionará todo, que existe la media naranja o alma gemela, etc.
Creo que la mejor forma de abordar esto es a través de ejemplos, por lo tanto, trataré de brindarte 2 distintas situaciones en donde se puede visualizar.
Ejemplos:
Caso 1
A
Ana viene de una familia en donde su madre fue infiel sistemáticamente a su padre. Ella, ha decidido no serlo, dado que vio cómo su padre nunca pudo recuperarse de ello, cayendo en depresión. Ha desarrollado una responsabilidad afectiva desde la empatía, que le permite tener cuidado de sus acciones al considerar el impacto emocional en el otro. Además, valora la lealtad y el compromiso. Ella no desea hacerle daño emocional a la persona con la que decide relacionarse sexo-afectivamente.
B
Gabriel desde pequeño visualizó a su padre golpear a su madre. Le decía: “cuando tu mujer no te haga caso o quiera salir con amigos, no se lo permitas, porque te será infiel, y si se queja de algo, le pegas para que se calle”. Gabriel, de niño, desaprobaba esa conducta y protestaba ante su padre, quien respondía diciéndole que, si no aprendía eso, le sucedería entonces a él (acompañado de golpes). Gabriel, entonces, aprendió y normalizó esta conducta. En su primera relación, cuando su pareja le fue infiel, la violentó físicamente.
C
Francisca, hermana de Ana, aprendió de su madre que, en las relaciones de pareja, pese al compromiso, podía involucrarse con más personas. Así que, en su primera relación, fue infiel. Sin embargo, su pareja no entró en depresión, sino que la agredió, cometiendo violencia física. Su pareja era Gabriel.
Caso 2
A
Los padres de María se separaron cuando ella era niña. Ellos siempre discutían y ella sufrió mucho su separación. Adulta, a toda costa decidió mantener sus relaciones a flote, producto de ello, soportó distintos tipos de violencia para conseguirlo. Pensaba, por su experiencia, que así eran las relaciones de pareja. Esto, provocó la sensación de culpa cuando no lo lograba. Además, volvió hermética su relación, ya que sostenía que nadie debía saber o conocer aquellos problemas.
B
Andrés viene de una familia nuclear constituida y respetuosa, asumió y proyectó esos valores para su relación. Sabe que lo importante, para él, es el amor mutuo, el respeto y la confianza. Comprende que, si una relación es conflictiva, se puede trabajar, más no obligar a que se sostenga.
C
Fernanda viene de una familia negligente, con padres ausentes que se violentaron entre sí y a sus hijos. Conoció a Karina, quien viene de una situación familiar idéntica. Fernanda no sostiene actitudes como la de sus padres, pero Karina sí. Si bien Fernanda sabe que no debe soportarlo, comprende a Karina, por lo tanto, la ayuda a interiorizarse y a sostener una mejor convivencia sin violencia.
En cada ejemplo, según sus principios, valores y creencias, se modelan determinadas conductas. Por ejemplo, dos personas pueden sostener creencias y actitudes distintas para la infidelidad, lo cual lleva a diferentes prácticas, las cuales pueden ser sanas o tóxicas. El punto no es cuál tiene más o menos razón (aunque evidentemente se ha de rechazar toda forma de violencia), sino actuar de una manera que promueva tu bienestar emocional y que no violente o desmedre la integridad física, psicológica y social del otro o de ti mismo/a.
A modo de cierre y sugerencia:
Ahora que sabes qué son relaciones de parejas sanas o tóxicas y qué factores influyen (entre muchos otros), es momento de revisarte y cuestionarte cómo estás contribuyendo a que tu relación sea sana, sobre cómo tu comportamiento se vincula con tu experiencia en la niñez, familiar y de pareja. Por ello, te propongo las siguientes preguntas para orientar la reflexión:
¿Cómo llegué a pensar/creer, sentir y comportarme así?
¿Qué pienso/creo y siento respecto de esta situación?, ¿es esto sano o tóxico?, ¿por qué motivo?
¿Cómo lo anterior se vincula con mi experiencia de vida?
¿Cómo me afecta y afecta al otro pensar/creer, sentir y comportarme así?
¿Cuándo debo tomar terapia de pareja o individual (asociado a la pareja)?
Cuando buscas darle respuesta a lo anterior y no puedes acceder a ello, o llegas, pero te das cuenta que no son sanas, deseas modificarlas y te resulta difícil
Si predomina tanto el conflicto que cambia y/o define las interacciones de las personas que componen la relación (Campillo)
Cuando tras el término de la relación supone episodios importantes de estrés, ansiedad, depresión, consumo de problemático de sustancias, o sentimientos difíciles con los que lidiar (tristeza, enojo, decepción, humillación, vergüenza, etc.) (Márquez & Castillo, 2017)
Si se presentan sostenidamente en el tiempo distintas actitudes catalogadas como tóxicas (cualquier tipo de violencia, celos, control, etc.).
Cuando las experiencias de tu pasado se desplazan a tu presente (tales como traumas, estilos de crianza y apego) dificultando o interfiriendo en la relación.
Cuando sientes que algo anda mal en la relación o no estás seguro/a si es sano o tóxico
Porque no sabes cómo terminar una relación o, por el contrario, cómo fortalecerla
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